jueves, 1 de agosto de 2019




LA INVITACIÓN DE EL NAIGUATÁ

Navegue desde otras latitudes a 5000 kilómetros por el Atlántico, eran los tiempos que los océanos se cruzaban acompañados con proas, anclas, timones, capitanes y horizontes.

Fueron siete días de travesía por donde alguna vez hubo un continente, ubicado más allá de las “Columnas de Hércules”, denominado “La Atlántida”. Hoy extinto por una catástrofe pero lleno de mitos y leyendas que cuentan de su avanzada civilización.

Desde el Mar Caribe y al llegar al destino de mi vida, vi por primera vez una silueta de mujer que me enamoró. Su conquista tardó seis décadas. Quizás demasiado tiempo...

Una Cordillera en la costa de mi nuevo país, que penetra y le hace el amor a las olas del mar, que las revuelve de espuma blanca como el “merengue” para endulzar siempre su existencia y que nos reta desde hace mucho a su encumbramiento.

Desde mi infancia el Pico <<Naiguatá>> se podía observar arriba, siempre al oriente de la ciudad de los “techos rojos”.

Ubicado más allá del Cerro El Ávila y su hotel del “Dictador”, del “tímido” Pico occidental, de la “equina” Silla de Caracas y de su hermano el “monstruo” Pico Oriental. Hasta una fila creó para separar su magnificencia y como <<Naiguatá>> poder ser el hijo mayor del Parque nacional El Ávila, que una nueva dictadura rebautizó como “Waraira Repano”.

Muy de niño, quizás con 9 o 10 años, hicimos nuestra primera excursión al Cerro El Ávila. Nunca me podré olvidar, pues las pequeñas piernas no acostumbradas, dolieron durante muchos días. El enemigo ácido láctico se  presentó en mi vida como lección.

Muy poco recorrí durante mi juventud y mi adultez el parque nacional de mi ciudad. No conocía el “Camino de los Españoles”, ni el empinado empedrado “Picacho de Galipán” con su vista a Macuto, ni la trocha de “Matamoros” a la derecha del endulzado “Papelón”, ni “Mecedores” y sus antenas. El Corta fuegos de los corredores, ni la Quebrada “Chacaíto” y sus aguas cristalinas. Tampoco conocía al amigo “Sabas Nieves”, ni sus helados de vasito, ni las aguas dulces de Quebrada “Quintero”.

Mas allá hacia al oriente, desconocía el sendero que me mostraba la Quinta del millonario banquero “Gorrondona”, en la vía hacia “Cachimbo” y su panorámica “Piedra del Indio” y con sus petroglifos.
Tampoco me habían mostrado que por la Urbanización Horizonte lográbamos llegar a la abrupta, empinada y descampada ruta de “Estribo Duarte” y su pozo frío y mágico “Paraíso” en las entrañas de la montaña.

Mucho menos, por supuesto había llegado al guarda parques de “la Julia”, que a la altura del Marqués podía alertarte con sus Guacharacas “roba desayunos”.

Muchos años tuve que esperar, pero “más vale tarde que nunca”. A los 56 años en el año 2013 empecé a explorar y enamorar la montaña acompañado orgullosamente de mi hija mayor. Conocí que subiendo por La Castellana le llegas a “Sabas Nieves”, y luego si sigues caminando te encuentras con “El Banquito” y su mirador de madera. Si sigues firme y como te recomienda la montaña te recibe “No te apures”, para te llenes los pulmones de aire,  alimentes tu “cantimplora” y meriendes.

Sigues subiendo. Se te cambia la vegetación y así le llegas a la Silla de Caracas. Ahí la montaña te brinda dos  caminos: a la derecha la ruta del monstruoso Pico Oriental (que desde ese lugar parece el lomo de “Gotzilla”), y a su izquierda el Pico Occidental, que al llegar a su “fila” te brinda una visión 360 grados de Caracas, del Litoral central y su majestuoso Mar Caribe.

Si tienes la suerte de que sea medio día con Sol, ¡las piedras brillan cual diamantes eternos en destellos de Dios!. 

Cuando empiezas a bajar finalmente llegas al acampadero “Lagunazo”, (donde nuevamente reabasteces el agua), para luego de una muy empinada cuesta de aproximadamente 500 metros llegar al Cerro El Ávila y su hotel del “Dictador” en aproximadamente 5 horas de bello y entretenido viaje.
Un año después en el 2014, nuevamente con mi hija mayor y mi yerno, se tuvo la oportunidad de encumbrar al Pico Oriental a 2640 msnm, la segunda montaña más alta del parque. Sortear grandes “lajas” y conocer a la Cruz blanca de los “palmeros”  de 260 kilogramos y su inmensidad sobre la ciudad, para luego bajar nuevamente y encontrarnos otra vez con el enemigo público ácido láctico que apareció luego de un senderismo de 10 horas de duración.

Todos estos preparativos deportivos de “cuerpo y mente”, nos motivaron a entender que si se podía emprender la aventura de hacer cumbre en el <<Naiguatá>>. Nos acompañaríamos tres amigos canosos del alma y un joven inspirador de toda la vida que dijimos, ¡ya está bueno ya!”. Hay que coronar sus 2.765 msnm.

Definitivamente en la vida, “Lo bueno se hace esperar…”, a mis 60 años el <<Naiguatá>> nos dijo: ¡aquí los espero! Prepárense para poder recibirlos y abrazarlos con amabilidad…

Comenzamos en enero del año 2018 planificando la logística de la subida.

La primera pregunta era: ¿si debíamos llegar al <<Naiguatá>>  en solo un día de ida y vuelta?.

Definitivamente dada la complejidad, descartamos esta opción de suma dificultad para nuestra edad. Estábamos hablando de 15 o 18 horas en un recorrido de 28 kilómetros y sin prácticamente poder tener tiempo para disfrutar el destino final en su integridad.

Así fue como planificamos ¡Pernoctar”!. Subir un día, dormir en la cumbre y bajar al día siguiente.
Una vez descubrir, estudiarlas y entender las 9 etapas de la montaña, tomamos la decisión de irla encumbrando por partes, para así preparar nuestra mente,  piernas, pulmones  y corazón para tan osado encumbramiento por personas comunes.

Como primera preparación, en el mes enero de 2018 vía “La Julia” se llegó por la pica “Las Toyotas” hasta el topo “2 banderas” (2.155 msnm), con regreso por el sendero occidental de “Rancho Grande” en aproximadamente 5 horas.

En una segunda oportunidad, meses después en el mes de julio (dado el cierre de la montaña por su guarda parques durante la sequía), por la Ruta de “Rancho Grande” se tenía como destino llegar hasta “El Urquijo” (2.500 msnm) y su bambucillo, pero al ver la “Fila Maestra” tan cerca, esta nos invitó a llegarle. Ahí almorzamos y nos cayó un inmenso “palo de agua” que nos invitó a regresar totalmente enfangados por la ruta a la ciudad en aproximadamente 8 Horas.

También nos dimos cuenta que, para poder pernoctar, teníamos que dominar el manejo y carga de un morral cada uno de aproximadamente 15 kilogramos con los suministros, para estar casi 36 horas en la montaña, entre subida, pernocta y bajada. Para ello practicamos y experimentamos en el sureste de Caracas en un lugar muy experimentado denominado “El Volcán”, el manejo de esta dificultad.
Ya listos, preparados y motivados, el viernes 17 de agosto de 2018 salimos a las 7 am de la Cota Mil en Caracas.

Para poder coronar al <<Naiguatá>> recorrimos a paso firme y con la frente en alto, las siguientes estaciones:

1.- Desde la Cota Mil (1.000 msnm) y con 15 Kilogramos de morral, esperanza, tesón y perseverancia en la espalda, llegar al puesto de guarda parques “La Julia” a 1.140 msnm, donde registramos nuestra “bitácora”.

2.- Seguir luego del “Tanque” al Mirador del “Edén” a 1.438 msnm, donde se observa una bella panorámica del lado Este del Pico Oriental, con forma de “seno erótico” de mujer, incluyendo lo que denominan majestuosamente la ruta de la “Cabeza de Elefante”.

3.- En este lugar hay 2 opciones: la primera es subir por la pica sumamente empinada de la “Ruta 77” hasta llegar al Topo de “2 banderas”, y la segunda, que fue la que tomamos una ruta más larga, pero menos dificultosa hacia el oeste, hasta llegar al espacio de descanso de “Rancho Grande” a 1.900 msnm.

4.- Independientemente de la decisión tomada ambas rutas se encuentran, donde comenzar a escalar la pica siempre empinada de “Las Toyotas” a 2.155 msnm.

5.-  Luego se llegó al descanso denominado “Explanada” a 2.200 msnm, donde se divisa por primera vez la “Fila Maestra”  que te recibe cordialmente  y te invita a visitarla.

6.- Continuando la subida, se llega a las tierras blancas del “Topo Goering” a 2.470 msnm, llamado así en honor al pintor naturista alemán Antón Goering, que acompañó al no menos importante colega  espeleólogo inglés James Mudie Spence, así como otras personas en la primera expedición exitosa al Pico Naiguatá, el 23 de abril de 1872.

7.- Luego del “Topo Goering”, en su parte de atrás, hay una bajada bastante empinada que te lleva hasta un lugar plano denominado “El Urquijo” con su bosque de bambucillo a 2.500 msnm y desde este paraje, se aprecia ahora sí muy de cerca nuevamente la “Fila Maestra”.


8.- Al llegar a la “Fila Maestra” a 2.550 msnm, se puede observar una muy bella vista panorámica,  la ciudad al sur y el Mar Caribe al norte. Se sigue caminando hacia el oriente en parajes bastante horizontales hasta poder ver los “Platos del Diablo” a 2.670 msnm. Museo al aire libre de piedras ordenadas en forma de platos que la naturaleza delicadamente esculpió. Están constituidas por tres discos de gran tamaño inclinados hacia el norte y suspendidos entre sí por un reducido punto de contacto en el centro. 

El macizo del Naiguatá, a partir de los 2000 msnm, aproximadamente, está formado por rocas graníticas, muchas de ellas redondeadas y que constituyen curiosos ejemplos de la erosión esferoidal o exfoliación de este tipo de rocas, y que son la antesala de la escalada final, donde piedras mojadas te permiten entrar a la base del  destino  a un lugar denominado “El Anfiteatro” a 2.700 msnm, lugar plano donde las carpas son instaladas para pernoctar o acampar.

Y llegamos sin mayores contratiempos, contentos,  sudados y cansados a las 3 pm a mis 60 años al sector “Anfiteatro” en las cercanías del <<Naiguatá>>. Montamos la Carpa, nos bañamos y refrescamos en su “manantial”, almorzamos y al final de la tarde haríamos cumbre junto a bandera tricolor ondeante.


9.- Por último, desde este plácido lugar y haciendo un recorrido de aproximadamente 30 minutos más, y con la ayuda de algunas cuerdas, logramos llegar a la Cumbre del <<Naiguatá>> y sus 2.765 msnm, donde te espera su Cruz de acero Inoxidable, los vientos de la montaña y te cobija Dios nuestro señor.


En la noche, también nos premió con un cielo lleno de estrellas, acompañados con la Luna, Marte, Venus y Júpiter.

La noche en la Carpa fue muy fría aproximadamente 6 grados centígrados, pero agradablemente sin lluvia.

En la madrugada nos brindó un amanecer limpio, violeta con anaranjado, iluminado por las luces del litoral central y los barcos en el mar sereno.

Luego de esto premiamos nuevamente nuestra vista, con una toma desde el lado este del “Anfiteatro” a toda la “Fila Maestra”, incluyendo a lo lejos el Pico Oriental, el Occidental y el Picacho de Galipán a su fondo.

Definitivamente no se puede expresar el sentimiento de orgullo, alegría y emoción que se siente al haber logrado una meta planificada, en este caso una meta de naturaleza deportiva. Todo ello demuestra que lo que deseas, si te concentras en ello y lo trabajas, la Ley de la Atracción se pondrá de tu lado y siempre lo lograrás.

La bandera 7 estrellas de Venezuela fue ondeada, por los 3 amigos canosos del alma y el joven inspirador, teniendo como testigo el <<agradecimiento>>, el universo, el cielo, el Mar Caribe, Caracas y Dios nuestro señor, que nos dio la energía, el tesón y la <<Perseverancia>> para llegar a nuestro destino...


Escrito por:

Juan Raul Alamo Lima, 01 de agosto de 2019. Caracas - Venezuela.
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Blog: juanraulalamo.blogspot.com


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