viernes, 30 de agosto de 2019



LOS TIEMPOS  DE LA VIDA

 Muchos se han preguntado: ¿La Vida es realmente corta o larga?  Muchos seres humanos a los que Dios les ha permitido existir, han tenido esta <<Disertación>> en su mente durante muchos años sin poder responderla. Pareciera que hay vidas cortas y vidas largas— si sacamos la cuenta en base a la cantidad de años que nuestro corazón está latiendo, para quien logra llegar a la ancianidad, observaría lo rápido que ha pasado su existencia, además que concluye que ¡La vida es una lotería…!  
 Hay vidas para quien llega a “cuna de oro” o como nuestro señor Jesucristo a un “humilde portal”. También hay quien inicia su existencia en tiempos de paz o de guerra, en momentos de bonanzas o crisis económicas, en familias con valores o en entornos hereditarios conflictivos. También es un factor fundamental si se nace en una familia en el campo o en una gran ciudad, y muchas otras variables…—Todo ello quizás nos lleva a tener diferentes destinos…sobre todo para hacer ¡el bien o el mal! a nuestra existencia o a los que nos rodean.  

 Rey, emperador, príncipe, faraón, marajá, emir, sultán, zar, jeque, shah, califa. —No importa el título nobiliario—, más temprano que tarde, el heredero tomará el poder del Imperio.  Ni los Reyes del legado monárquico más importante de la historia han podido cambiar esa cruda realidad. —¡Hasta el Rey León tuvo en Simba el sucesor para su dinastía!

 “La vida es un suspiro que se lleva el viento”. —Naces, creces, reproduces, envejeces y mueres... —Prenatales, infantes, adolescentes, jóvenes-adultos tempranos, adultos, adultos mayores o ancianos. Etapa tras etapa, ¡la vida pasa en un 2 x 3!, muchas veces sin que nos demos cuenta.  Dios nos ha dado el “tiempo”, el complejo <<libre albedrío>> y nos ha permitido elegirlo, invertirlo, consumirlo y hasta a veces desperdiciarlo, para transitar muchas actividades en durante nuestra existencia.

 Nuestro planeta tierra se estima posee 4.600.000.000 años. ¿Qué significan 80 o 90s en la esperanza vida de un ser humano respecto esa cifra tan gigantesca?
 Como se conoce, nuestra vida es concebida en el útero de la mujer, lo que es conocido como etapa prenatal o “in utero”, cuando durante 9 meses se desarrollan los rasgos humanos y se reciben los primeros estímulos de la futura vida. —Es la primera etapa del desarrollo humano, la cual ocurre en el vientre materno, período que se conoce como embarazo, y el mismo transcurre desde la concepción, hasta la formación del nuevo ser y el alumbramiento.

 De Infante, quien no se acuerda de los momentos cuando se juegan los mil y un divertidos inventos del ser humano, que generación tras generación llegan para distraer, formar, reconfortar y hasta hacer compañía en los momentos de soledad y aburrimiento. De esta etapa temprana de la vida, inclusive en la primera infancia (durante los primeros 4 a 5 años), solo se guardan vagos recuerdos. Muchos de ellos tan solo fotográficos, de algún evento especial que ocurrió durante los primeros 60 meses de nacidos.  —Luego de esas edades inmemorables, durante la infancia (entre los 6 y los 11 años) se logran cuajar los recuerdos que normalmente comienzan con la entrada a la educación preescolar. Se empieza a conocer la vida, a identificar a mamá, papá y hermanos, —a tener amiguitos o amiguitas—, a querer a los maestros, a defender a “compinches”, “parcelitas” y juguetes. A comprender el significado de la familia, ¡de lo bueno y lo malo! y de los valores que empiezan a inculcar los padres y maestros, a compartir con los hermanos las tareas del hogar. ¡A los infantes los días le pasan muy rápidos y los años muy lentos!, —cada año en la vida significa un gran porcentaje de la existencia hasta ese momento. Un psicólogo de renombre como Jean Piaget afirmaba que: “en esta edad se marca el subconsciente para gran parte de tu vida”, sobre todo por el amor que se reciba durante la crianza.

 De adolescente o “teen” (entre los 12 a los 17 años), prácticamente se toma conciencia de esta etapa cuando se está terminando. La rivalidad y la demostración de los liderazgos hace que se cambien los juegos, (según, muchos de ellos vergonzosos, ridículos e infantiles), por actividades más atrevidas, riesgosas, bailables, desconocidas, para poder demostrar la valentía, gallardía y/o añadir la adrenalina o coquetería recién descubierta en la vida. ¿Quién no recuerda los momentos bonitos cuando llegó Cupido a cada vida y atravesó con fuerza la primera flecha?  ¿Quién no recuerda a su primer amor? que puso a latir el pecho a 150 pulsaciones por minuto, ¿hay alguien que no recuerde el rompimiento con una novia o novio muy especial, que en algunos casos generó momentos de depresión en la mente…? Esta etapa de la vida también hace dilucidar las posibles alternativas del destino profesional, —para llegar a elegir una carrera profesional que permita ganar la independencia individual—, para sustentarse cada quien por sí mismo y a la futura familia. En muchas oportunidades se reciben de los padres el refrán: “El que no oye consejos no llega a viejo” al cual muchas veces se ignora erróneamente…

 Es la etapa más corta, ¡pero la que más huella deja en la vida!, —pues en base a esta etapa se proyecta, o se escoge el camino correcto o el equivocado y luego es muy difícil de salirse si se elige el erróneo. Parece que nunca va a terminar a pesar que es la etapa con menos años para disfrutarla. Hace menos de un siglo, ¡un adolescente de 15 años era un hombre o mujer!, hoy observamos adolescentes de 25 años. —Casi nunca los adolescentes legalmente son ¡responsables de sus actos!  En la adolescencia no todas las creencias adquiridas son de la persona, sino que las adoptó en el colegio, o con sus padres, hermanos, primos o amigos.

  Luego de estos momentos, —y a veces sin saberlo, se llega a la juventud-adultos tempranos (de los 18 y hasta los 25 años), cuando la vida exige a muchos seres humanos como algo principal, el momento de tomar decisiones definitivas de gran trascendencia sobre la orientación, que se deben seguir en la vida educacional para lograr los destinos profesionales. Hay muchas personas quienes no reciben la debida asesoría para conocer exactamente la carrera profesional a seguir y como consecuencia de ello pierden tiempos de su vida al no concluir una carrera universitaria, normalmente por falta de motivación. Hay también los que por distintas razones no pudieron terminar sus estudios de secundaria y no lograron la llegada a los estudios superiores. En la etapa de la juventud que la podemos también llamar adulto temprano, a veces el joven está más confundido que el propio adolescente, pero a diferencia de estos, ¡si son responsables ante la ley  de sus actos! Normalmente se sale muy extraviado de la educación media, y muy frecuentemente se dejan influenciar y confían en la orientación y el consejo de sus padres, pues muchas veces los conocen más que ellos mismos.

¡Luego llega la etapa más larga de la vida!, la del adulto (entre los 26 a los 60 años). ¡llega todo junto y a la vez! y transcurre de forma muy veloz. —Soltería, matrimonio (divorcio), empleo, hijos, hipoteca del hogar, compra de vehículo, inversiones, emprendimientos, “stress laboral”, deportes, viajes y cada quien con su experiencia particular. En esta etapa se empiezan a recoger los frutos de las semillas sembradas, durante toda nuestra vida previa. —A los hijos se les entrega con esmero y cariño toda la herencia de valores y responsabilidades como primera lección de vida que les permita, seguir sus propios caminos de manera correcta, velando por que consigan su independencia intelectual, financiera y abran los caminos de sus familias, conociendo que en la vida se encontraran tropiezos que hay que superarlos, con las técnicas adecuadas aprendidas en su caminar. 

 ¡Llegar a adulto es llenarse de desafíos!, a veces hay que dejarse llevar por la corriente del rio de la vida. ¡La adultez es compromiso y constante toma de decisiones para bien o para mal!, es responsabilidad. Si ya se tiene hijos, es siempre dar ejemplo correcto a ellos. Los hijos cambian todo, ya que en el acto se deja de ser adolescente o adulto temprano y se pasa a ser adulto con todas sus consecuencias. O “corres o te encaramas”, es el momento de tomar las decisiones más serias.  De adulto, se empieza a filtrar las creencias y se descubren las propias y aparece lo que realmente es la persona, pues se marca pautas de lo que el crees que es y se es libre de creer lo que se quiere creer o no.

 Si Dios lo permite, llega la epata de adultos mayores (entre los 61 y los 75 u 80 años) en ella es muy normal que se coseche sabiduría de tanto aprendizaje, —del ensayo y error— vividos durante la existencia. Se aplica mucho el: “cruzaremos ese puente cuando llegamos a él” y también la sabia lección de “el aquí y el ahora”, para sentirnos agradecidos del presente. —En ésta etapa también suele aparecer el famoso “síndrome del nido vacío” que llega cuando nuestros hijos alzan vuelo hacia otros destinos y crean sus nuevas familias.

 Frecuentemente se pasa a ser un adulto mayor cuando vez que los hijos ya son adultos y con la llegada de los nietos. Los hijos siempre van a necesitar la ayuda de los padres, pues los padres no tienen “fecha de vencimiento”. En la adolescencia a veces los obligamos, ¡aquí solo se sugiere o aconseja!— Siempre hay que darlo aunque no lo pidan.  Y uno se ve y se dice a si mismo ¡lo hice bien! Es momento de no llevarlos de la mano, sino estar al lado de ellos y hasta a veces ellos nos llevan de su mano. —A veces inclusive ellos pasan a ser los responsables del adulto mayor.

 Se llega a la vejez (4ta edad), también llamada ancianidad (luego de los 76 años), cuando Dios lo permita y los “achaques” exoneren llegar con relativa salud, para poder seguir disfrutando de la cosecha sembrada durante tantos lustros. —Los que están en esta etapa de su vida deben contar con mucha paz, para ver y decir: ¡La tarea se hizo bien! y ¡el resultado fue bonito! Se criaron hijos que son hombres y mujeres de bien.

 Los seres humanos activos forjan una vida para que pasen situaciones deseadas, sea por atracción consciente o inconsciente. En la medida que se toma la responsabilidad de cada momento, se tienen más herramientas para poder lograr lo que se quiere y dejar de ser lo que no se quiere ser.

 Para otros seres humanos ¡A veces ocurre que se desperdicia una vida!, para la gente pasiva, toda su vida es una escena donde él está en el medio siendo “víctima”, atacado por las cosas que lo rodean, por las cosas que le pasan. —En la medida que sea víctima, todo lo que le pase es porque hay algo externo que está haciendo que le suceda, ya sea un Dios castigador, o por la “mala energía del universo” u otros seres humanos, siempre habrá alguien o algo a quien erróneamente culpar.

  ¡Para muchos la vida pasa volando!, es como una hoja de un árbol que el viento la lleva al azar por diferentes destinos. —Ella es simple, bella, fácil o complicada o ruda en diferentes momentos, lo importante es que haya sido aprovechada, que no se haya desperdiciado y que la suma de los buenos momentos sea muy superior a la de los ingratos. —Que dejemos un buen legado, unos valores que hagan un mundo mejor…

 La humilde conclusión de esta <<Disertación>> es que, si la vida se vive con intensidad, pues no es corta. Es corta o larga en base a las experiencias que se haya tenido en la existencia…
La gente puede escoger su destino, depende si su alma es libre o no. “El pájaro que está en una jaula no sabe lo que significa libertad”. ¡Cada etapa tiene su magia!

 Nunca se debe dar por vencido en la “búsqueda de una vida mejor”, abrázate con tus creencias y tus ilusiones… ¡haz tu propio milagro!


Escrito por: Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela. | Categoría: Disertación
Asesores: Adoración Alamo de Naranjo y Patricia Alamo de Araujo   
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30 de agosto de 2019

viernes, 23 de agosto de 2019




ROSALÍA Y NUESTRO HOGAR

 A ella con el paso del tiempo la terminamos llamando Rosalía. Se trata de una <<salamandra>> que siempre nos mira desde las alturas. Creemos que llegó hace más de 20 años, antes que nosotros habitáramos nuestro hogar, mientras estábamos en el proceso de construcción de la vivienda que duro 5 años, seguramente dejó su selva y se posicionó en nuestro techo de 2 aguas; en lo más alto, en la guardilla y ¡eso sí! sin necesidad de pedir permiso ni hacer reservación previa. ¡Al principio nos caía mal! Hace muchos años emprendimos nuestra estrategia de ataque fulminante e intentamos cazarla injustamente a trompicones.  !Enfrentamos una guerra a muerte! De un solo tajo, no sabemos cómo, su larga cola se seccionó de ella y parecía tener más vida que su propio cuerpo. Danzaba y se contorneaba como bailarina odalisca del oriente. Pensamos que hasta ese momento terminaba la visita de Rosalía la <<salamandra>>, pero no fue así… —¡Aun en pleno día, reptaba de un lado a otro y sin cola! 

 Siempre hemos mantenido el principio de que: ¡Nuestro hogar es sagrado! Todo hogar es sagrado… desde niños siempre conocimos esa afirmación. Nuestros padres nos la inculcaron. Siempre había el lugar bendito al final del día, al que podíamos llegar a resguardarnos.

 Ya teníamos totalmente clara la teoría, que el psicólogo humanista Abraham Maslow planteó a principios del siglo XX, como un modelo para definir una jerarquía de las “necesidades humanas”, donde la satisfacción de las necesidades más básicas, una vez satisfechas, daban lugar a la generación de sucesivas necesidades más altas. —El principio de tener un hogar, la había ubicado dentro de su teoría de la Pirámide en el segundo escalafón (en las de seguridad), luego de las primarias que son las fisiológicas, como poder respirar o alimentarnos.

 Rosalía la <<Salamandra>> como todas las de su tipo, es un anfibio. —No es de color negro con manchas amarillas como sus amigas europeas, sino al ser del trópico es de color violeta claro y eso si muy larga y longeva. Pareciera que tiene pegamento en sus 4 patas de 5 dedos, tiene la cabeza más ancha que su cuerpo, con una cresta “dorsocaudal” que comienza en la parte posterior de su tronco. Increíblemente las salamandras suelen vivir entre 25 a 30 años. Rosalía a pesar de su edad es muy atlética. Se pone al revés, al derecho, de lado, de cabeza y no hay manera que se caiga. No le importa si la superficie es liza o corrugada, igual se aferra como “crazy glue” a la superficie.  
 La palabra hogar siempre ha sido usada por el ser humano, para designar a un lugar donde un individuo o su grupo habita, creándonos la sensación de seguridad y calma. En esta sensación se diferencia del concepto de casa, que sencillamente se refiere a la vivienda física. “Históricamente hablando, la palabra hogar proviene del lugar donde se encendía el fuego, a cuyo alrededor se reunía la familia ancestral para calentarse y alimentarse”.

 Tan importante como tener salud o como alimentarnos es contar con una vivienda amable donde llegar cada día. Un lugar mágico que nos cubra del sol y de la lluvia, un sitio que nos permita compartir con nuestra familia, un lar cariñoso que nos abrace para recuperar las energías consumidas durante el ajetreo diario, —donde poder alimentarnos, asearnos, ver televisión, leer un libro o simplemente meditar o rezar. Por eso llega siempre en algún momento en la vida del ser humano adulto, el proyecto de la procura para suministrarle a los suyos su propio hogar. Una construcción que sea sólida, segura, confortable y amable, donde cada hijo y conyugues estemos a gusto.  Muy temprano en la mañana siempre salimos del hogar a trabajar, como todas las personas responsables de buena voluntad, nos premia cada día con amaneceres bellos, rosados, violetas y anaranjados que hemos disfrutado durante muchos años.  —eso sí, estemos donde estemos, siempre volvemos de manera “automática” a nuestro nido de resguardo, donde la seguridad nos cubre con su manto, donde están nuestros juguetes, donde nos cobijan nuestros recuerdos, —donde el amor esta en el aire.

Pero como nada es perfecto, teníamos un “problema” en nuestro hogar, Rosalía la <<salamandra>> siempre andada por ahí. A veces dejaba rastros blancos y negros. Había que estar constantemente limpiando su desastre, —era un karma continuado pensábamos nosotros.  ¡Teníamos que atraparla! El objetivo estaba entre “ceja y ceja”. Muchos diseños de posibles trampas pasaron por nuestras cabezas. Que sí una jaula con queso adentro (como los que se usan para atrapar a los roedores), —la de la lata sostenida con un palito de madera y que con una cuerdita con “nudos marineros” hacíamos que ella quedara prisionera…, la del papel con pegamento... En fin, luego de probarlas todas, ninguna de ellas funcionó. Nuestras técnicas cazadoras, algunas de la era de las cavernas dejaban mucho que desear…

 Rosalía tenía siempre la ventaja de las alturas, además de ser muy rápida, “mimetizable” y escurridiza.  De repente empezaron a aparecer nuevas salamandras, pero pequeñitas. Se colocaban detrás de los cuadros, dentro de los zapatos, en los carriles de las ventanas… en fin, en muchos lugares, ¡menos en el ático!, pues en ese lugar vivía el residente mayor y era de ¡armas tomar! De vez en cuando, emitía un ruido “fantasmagórico”, como a 40 decibeles, —parecía el sonido de una rana comiendo grillos…, pero con un tono más alargado y seco... “Nos decía aquí estoy yo y soy tan dueña del recinto como ustedes”. ¡Aquí en el PH manda Rosalía!, —“aquí solo con escalera pueden llegar a mis dominios, en el cajón de madera machihembrado de la viga principal están mis aposentos, en la piedra angular del hogar, en el bastión principal de la batalla y así lo ha sido durante tantos años”.

 Por si no lo saben: ¡yo soy el arrendatario más antiguo del inmueble!

Pues sucedió que, con el paso de los años, “mientras estábamos distraídos”, el hogar se llenó de: amor, hijos, —amigos del alma, buenas costumbres, valores, libros y cuadernos, de diplomas, medallas y hasta “cachivaches”.  — Bienvenidas también fueron las estrellas, las lunas llenas, nubes, lluvias, árboles y frutas. Pero eso sí la amiga Rosalía siempre estaba a nuestro lado, como parte de la familia, pensando: ¡estas gentes son felices!

 Pues la vida continúo…, ¡día a día… noche a noche…! Pasaron los años, los hijos se fueron, emprendieron sus nuevos hogares (sin salamandras…), viajaron a otros destinos, concibieron a nuestros nietos y dejaron un gran nido vacío más grande que el de una cigüeña de la era jurásica.
Pues luego de tantos años, sumado a la impotencia de nuestras labores de casería, más el cariño propio adquirido durante la vida compartida, —nuestra Rosalía se ganó, ¡a punta de constancia y perseverancia!, ser parte de la familia. ¡Firmamos un tratado de paz! Nos dimos cuenta de que era un ser importante en nuestro hogar. Ella era una cuidadora-cazadora de alto calibre, pues no había grillo, alacrán, mosquito, mosca, gusano, insecto, que venciera sus fronteras. ¡Era una guerrera como Wonder Woman! La primera vez que interactuamos de cerca le extendimos la mano, la agarramos (la cola le había crecido de nuevo), ella volteó y sin reparos nos mordió la uña, con sus dientes finitos, como una lija de latonero. —No fue un mal inicio de la cercana relación, pues en una segunda oportunidad nos permitió sobarle la cabeza y compartir mansamente su compañía en nuestras manos.

 Este cariño nos convenció y confirmó que todos podemos convivir juntos, a pesar de las diferencias que tengamos. Estamos en el mismo planeta y dimensión. Debemos permitir nuestros “existir”
¡Estamos en el mismo aquí y en mismo ahora!. No debemos juzgar, ni etiquetar, pues lo que tiene que ser, simplemente es…

 Quien nos dio el derecho, hace tantos años de intentar terminar con la vida de un ser tan noble y longevo, de exterminar a un tan bello y pacífico ente natural, que cumple con funciones tan importantes, en la conservación y resguardo de intrusos de nuestra Casa en el Bosque.
¿Era menos importante que nuestros perros Arko y Venus que nos protegían de la maldad 24 x 7? o ¿Qué de nuestro morrocoy el longevo Don Armando, que con su caparazón tipo tanque de guerra nos daba lecciones de paciencia?

 ¡No somos dueños del planeta Tierra!, simplemente somos una especie más que vino a compartir la naturaleza que Dios nos dio con los otros seres vivos…

Rosalía ama también su hogar y está constantemente compartiendo con nosotros… ¡Pero definitivamente ya no nos guarda rencor…!



Escrito por:
Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela. | Categoría: Cuento Corto 
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23 de agosto de 2019

lunes, 19 de agosto de 2019






EN BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

Si llegas a ver a una ¡niña con trenzas de oro! que se esconde detrás de un arcoíris, —entonces encontraste a la <<felicidad>>.

 Toda la vida nos la pasamos tras de ella, le ponemos condiciones para definir si la hemos ubicado o no, —quizás hasta desconocemos su significado. Es muy escurridiza, —se disfraza constantemente de montaña rusa, de premio gordo, de título universitario, de yate de lujo, de traje de novia, de Ferrari descapotable. Inclusive se le ha visto encaramada en un recóndito lugar, en el último piso de una utópica e inentendible Torre de Babel.  Es caprichosa, insensible, —a veces ruda. Le gusta confundirnos, hacernos creer que la encontramos o que llegamos a ella y no es verdad.  También se disfraza de: — cuando termine…, —cuando consiga…, —en el momento que me gane…, —cuando tenga… en fin, es muy femenina

  Hay quien la encuentra muy joven o el que llega al final de su vida sin hallarla. —También está el que nunca la persiguió, —por supuesto nunca falta el salivoso sabueso implacable o —El “Sherlock Holmes”, que todos los días de su vida se levanta y aplica todo su olfato o todas sus técnicas detectivescas, ¡habidas y por haber!, para buscarla en los sitios más recónditos.

 Cuando se es infante, la <<felicidad>> se suele encontrar con mucha facilidad. ¡Está en todas partes! —Es simple—, no cuesta ubicarla. Hasta las más pequeñas cosas nos dan alegría. Un beso de tu madre, una canica brillante, un caleidoscopio multicolor, una mascota amiga, una muñeca despeinada.  —A La <<felicidad>> no le cuesta aparecer, esta siempre pendiente de nuestra inocencia. —Es nuestra mejor cómplice y amiga…

 Pero ¡como de lo bueno poco!, a veces la <<felicidad>> brilla por su ausencia… —En la adolescencia llega el momento en la vida donde todo se complica. —Es el momento cuando las hormonas; la teoría de: “el mundo está contra mí y el nadie me quiere” y el acné, hacen su agosto. —El espejo no nos reconforta. Inclusive hay momentos en que —la vida se vuelve nuestra peor enemiga. —¡Nadie nos entiende! ¡Todos nos llevan la contraria¡, a veces queremos desaparecer del planeta…

 En un lapso de tiempo menor que un Tango de Gardel, —más temprano que tarde, nos llega nuestra temprana adultez. Todos nuestros diablos se alborotan y juntos hacen su fiesta con fuegos artificiales en nuestra mente. Lucifer nos monta en nuestra montaña rusa de cuatro 360´s seguidos y nos marea hasta no entender la situación.

 A veces en esta etapa de la vida, todavía somos como el vino recién trasegado a la barrica de roble, que no ha generado su bouquet adecuado, —el del punto óptimo, —el necesario para ser servido en una buena mesa con la vajilla de Lladró y de las copas con arcoíris del Cristal d Arques. —No nos hemos convertido todavía en el vino de aspecto brillante, que parece emitir su luz propia, —bien armado con carácter juvenil en la boca, aunque se trate de un vino con buena crianza, susceptible de evolucionar favorablemente en la botella.

 Es raro observar que el tema de la amiga <<felicidad>> no nos haya sido inculcado en el colegio, ni siquiera haya sido discernido. A veces desconocemos sí ella es una emoción, o una virtud, o si es una opción de vida, o si es una actitud. Podemos inclusive asociarla perfectamente con su hermana del alma la <<perseverancia>>, que definitivamente es una decisión de vida el querer asimilarla o no.

 —Ambas, son actitudes a tomar, que definitivamente dependen de la buena voluntad de cada ser humano.  Pareciera que no existe una, sin que la otra haga acto de presencia. ¡son mellizas!
 Hay quien define a la <<felicidad>> como: “una emoción que se produce en un ser vivo cuando logró o cree haber alcanzado una meta deseada, lo que influye en las actitudes y el comportamiento de los individuos o un grupo de ellos”.

Ya inclusive en los tiempos milenarios de la Grecia antigua, los grandes pensadores trataban de definirla, y se encontraban con diferentes posturas: 

 “Para Aristóteles y Platón, ser feliz es autorrealizarse, — y alcanzar las metas propias de un ser humano”.
 ”Platón por su parte ampliaba el tema, pues manifestaba que realmente  ella se abre a la vida después de la muerte”. ¡No esperamos ese momento!
“Para Epicuro, ser feliz es experimentar placer intelectual y físico y conseguir evitar el sufrimiento mental y corporal”.

  El tema del dinero tampoco es ajeno a la búsqueda de la <<felicidad>>. — En tiempos recientes, se escuchó en una oportunidad exponer a un sacerdote jesuita, en la misa de graduación universitaria a sus alumnos, la siguiente afirmación:   “El dinero en exceso no hace la felicidad, al contrario genera distorsiones que alteran una vida plena”.  —Inclusive a veces encontramos a algún confundido quien valora con pasión el dinero, más no los placeres que con el dinero se consiguen.

  La <<felicidad>>, es definitivamente un estado emocional y autopercibido, que influye en las actitudes y el comportamiento de cada ser humano. Las personas que tienen un alto grado de felicidad continuamente muestran una actitud positiva y se sienten motivadas a lograr nuevas metas. Por el contrario, las personas que no sienten ningún grado de felicidad que muestran un enfoque del medio negativo, se sienten frustradas con el desarrollo de su vida, y frecuentemente atribuyen la culpa al resto de la sociedad con la que conviven.

 La depresión y otros trastornos psicológicos, por ejemplo, se caracterizan por una notoria falta de felicidad del individuo, lo cual frustra sus posibilidades para acometer con éxito diversas tareas u obtener beneficios de situaciones objetivamente favorables.

 Algo incorrecto que comúnmente sucede, es que muchas personas creen que la <<felicidad>> se encuentra al ¡final del camino recorrido!  —Es como si nos estuviera esperando un “duende con un cofre lleno de monedas de oro en la base del arcoíris”, cuando realmente la <<felicidad>> se puede encontrar en todo momento durante la ruta disfrutada, —siempre y cuando se tenga la actitud y la disposición de permitirle su amable y bella compañia.

 Ella siempre estará totalmente vinculada, a que en nuestra mente y cuerpo exista paz interior, que nos permita sincronizar nuestras energías positivas llenas buenas vibras, — conectadas con la ¡Ley de la atracción! y llenarnos de fortalezas y oportunidades hacia nuestra meta planificada, sea esta material o espiritual, —contrarrestando así las amenazas y debilidades del camino. 

 Ahora bien; nos preguntamos: — y si por circunstancias de la vida, ajenas o no ajenas a nuestra buena voluntad, no alcanzamos nuestra meta en un momento dado, ¿definitivamente no vamos a lograr ser felices?

  Entonces debemos estar preparados como personas adultas a recibir los momentos de la vida como una ¡bella caja de sorpresas! No permitir que los bombones imaginarios de diferentes gustos afecten nuestro estado de ánimo, —sean de sabor: dulce, salado, acido, agrio o picante, debemos recibirlos y aceptarlos sin que se vea modificada nuestra actitud positiva ante la vida.

 Es una verdad absoluta que ¡La <<felicidad>> no es compleja de conseguir! Siempre está a nuestro alrededor. A veces se muestra caprichosa como: ¡niña con trenzas de oro que quiere jugar a las escondidas! —a veces aparece y nos da sustos inesperados. Hay que dejarla que nos acompañe a diario, que nos abrace, que nos mime, que nos alimente de optimismo, que nos autorrealice… 

 No hay que esperar para ser felices hacer lo mismo como los malos de el famoso cuento Troll: “a los Bertenos, comer un Troll los hacía tan felices que comenzaron una tradición, —Una vez al año, se reunían alrededor del árbol Troll, para probar la felicidad, en un día de fiesta llamado el Trolsticio”.   

 La <<felicidad>> la podemos encontrar o mantener en cualquier momento del día, —no hay que esperar años para llegar a una meta y así encontrarla. ¡Ella está en todos lados y tiempos!, —en una puesta bella de sol; al observar un camino de hormigas viajando a través del musgo hacia su tronco hueco; en la práctica de tu deporte favorito; en el abrazo a un amigo de toda la vida; en la sonrisa de un desconocido que te agradeció un indicación o —hasta en algo tan simple como cuando cae la lluvia sobre tu rostro. —Son los pequeños milagros que nos rodean y que a veces ni los percibimos. 
—Oler el aroma de una flor, dormir con la conciencia tranquila, ver a nuestra prole convertida en seres humanos de bien, ser bendecidos por la familia que nos regalo Dios. —Haber conocido a tantas bonitas personas, apreciar lo grande de el Universo y asombrarnos todos los días de ser parte de él. Y por supuesto sabernos amados por nuestra pareja de vida…   

 Nunca te des por vencido en la “Búsqueda de tu felicidad”, abrázate con tus creencias y  tus ilusiones… ¡haz tu milagro!

 Escrito por:  

 Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela. | Categoría: Relato Corto 

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19 de agosto de 2019

miércoles, 14 de agosto de 2019



DEUDA PAGADA

 Fueron 33 años de espera, era imposible no llegar—, así fuera “reptando” y con todos los dolores, se hacía imposible no terminar la osadía. Y al estar en las cercanías de la meta, mi dermis y epidermis sudando hacia adentro y afuera, comenzaron a tener textura de “piel de gallina”, aparecieron las mariposas en mi estomago y mi mente se “orgasmizó” hasta llegar al éxtasis.

 El calor era insoportable, fue un día de 44 grados centígrados de sensación térmica. Así como sí el mismísimo diablo, nos hubiera acompañado desde una de sus pailas del infierno.

 Los últimos 500´s metros se parecieron a la entrada al cielo, pero totalmente vivo y a sabiendas de que se estaba a punto de pagar una cuenta morosa y de larga data, una deuda cuyo acreedor era el peor de todos los existentes, que personificaba el implacable superyó - el uno mismo -.  

 Definitivamente fue un momento de sosiego y satisfacción que me catapultó a mi humilde eternidad...

 Era el año 82, no me acuerdo el por qué y de donde y que anofeles me picó, para que se  me ocurrió correr un maratón. Creo que nadie más que yo intervino en la toma de esta decisión, pues a mi me tenia atormentado tantos años estudiando y como que necesitaba una ruta de escape para “drogarme” de endorfinas y llenarme de retos diferentes.

 Ya hacía 95 años desde que se corrió el primer maratón de la era moderna en Boston y solo 15 años de la proeza, cuando Katherine Switzer,   la primera mujer atrevida y osada en la ciudad de Harvard, corrió contra el reglamento burlando a los alguaciles, policías y árbitros y bañó con jugo de carácter, la discriminación sexual de la época, llegando a la meta disfrazada de “runner”.
   
 Eran los tiempos en que por primera vez las palabras “aeróbico” y “anaeróbico” se pusieron en boga. Cuando Jane Fonda trajo la moda de los videos sudorosos por MTV, donde las licras pegajosas y las sudaderas en la frente, acompañaban a su tribu. Pocos años tenía la moda de hacer deporte de forma masiva. Todo el mundo corría, saltaba, bailaba, brincaba…zapateaba. Gordos, flacos, hombres, mujeres, jóvenes y viejos, a todos nos dio la locura de sudar hasta que la camisa se te pegara al esternón y los ojos te lloraban del picor del sudor.

  Era el momento en que Freddy Mercury y sus panas de <<The Queen>> nos pusieron a cantar a todos we are the champions y nos hicieron brotar el campeón que todos llevamos dentro.

 Pues entonces, sin mayores conocimientos teóricos, empecé a entrenar solo, con mis Adidas azules viejos en mis pies y con mi abundante amiga voluntad. Corría todos los días como <<el despistado Forrest Gump, sin apoyo de Bubba de Alabama>>. De aquí para allá, y de allá para acá, pues Garmin todavía no se había conectado a los satélites para decirnos cuanto se había recorrido en el entrenamiento improvisado. A veces, si tenía gasolina, en mi Fiat 125 especial azul cielo de 5 velocidades, hacia el recorrido con antelación, para sacar la cuenta.

 La correcta hidratación, los geles, las medias de presión, la zapatilla adecuada, la correcta alimentación, el IPod y los audífonos de bluetooth brillaban por su ausencia. La técnica estaba perdida en la ruta...

 —Hasta que llegó el día de mi primer maratón, sin saber en qué clase de lio me había metido…

 Mi hermano el que me llevó mil veces al oculista, en su Yamaha 250 negra, me trasladó al oeste de la ciudad. Estaba amaneciendo en el punto de Salida, donde oíamos a lo lejos el rugido de los leones del Zoológico, no sin antes haberme colocado mi dorsal número 38 en mi pecho pegado con “Soldimix”, cerca de mi corazón valiente e inocente. 

 Empecé a correr a mi mayor velocidad para batir mi record que no existía. Mi juventud de 24’s atrevidamente así me lo permitía <<pensaba yo>>. Atravesé la ciudad hasta su otra punta, con la montaña Naiguatá de testigo y la locura deportiva llena de inexperiencia y falta de todo, lo que lamentablemente empezó irremediablemente a pasarme factura.

  ¡Los 42.195 metros a recorrer se volvieron utopía! Ya por los confines del kilometro no se cual, muy cercano a la meta, un breve “ike” descanso, impidió que me pudiese volver a levantar. Mis piernas parecían el flan de mi madre y no volví a verticalizarme en el lugar, imposibilitado por mi organismo débil y lesionado. Mi hermano en su ambulancia motística me auxilió y ahí en ese momento, sin enterarme, estampé mi firma en el contrato de la <<deuda a pagar>>.

 31 años de deuda después, en el 2013, a los 56 años y ya con tres muchachos encima, mi orgullosa hija mayor sin querer, me motivó a volver a correr. Ella se atrevió por cosas del destino no planificado, a competir en una media maratón en la misma ciudad. Al terminar muy orgullosamente escribió este “mini relato”:


Mi primera carrera


Decidir enfrentarse al reto, prepararse, y al llegar el día enfrentarlo con valentía. Por momentos dudaste, pero una vez allí la confianza se apodera de ti. Cada entrenamiento, cada gota de sudor, cada esfuerzo realizado confluyen allí, haciéndote capaz, haciéndote ganador.

Sientes la hermosa vibra de todas esas almas con una meta común, en paz, en unión; se muestra lo mejor del ser humano, sacas lo mejor de ti.

Conscientemente allí, sólo en ese momento, no hay pasado, no hay futuro, solo tú corriendo. Se detiene el mundo, el tiempo y tus pensamientos, solo existes, solo eres, y es magnífico.

Saber que puedes, respirar, disfrutar y conectarte con esa energía que te impulsa, que te da fuerza y valentía. No compites contra el mundo, compites contra ti mismo, contra tus miedos, contra tus límites, contra tus prejuicios, contra tus “no puedo”.

Una experiencia llena de euforia, motivación e inmensa satisfacción, que definitivamente marca un antes y un después en la vida de una persona; que te hace cruzar la meta con lágrimas en los ojos, porque te da la certeza de que lo puedes todo, de que sólo depende de ti, y de que el cielo es el límite.  Una vivencia que te deja con ganas de más, que te deja sediento de experiencias, de adrenalina y de asfalto.



 Ese bello domingo, recibí orgullosamente a mi hija en la llegada de la media maratón y curiosamente en una vía paralela también entraban los corredores del maratón. Veía llegar personas dobladas, otras llorando, cojeando, adoloridas; pero lo que más llamó mi atención fue un maratonista que a 10 metros de mi ubicación regaño a su hijo diciéndole:

  !hijo! tengo 67 años y acabo de correr un maratón, eres un vago. Por cosas del destino, mi subconsciente resultó ser el regañado…

 Luego de la reprimenda, al día siguiente pues, con mis pesados 92 kilos al lomo, con escarmiento encima y con esa clase de motivación, me propuse correr mi segundo maratón, pero esta vez sí, con todas las herramientas teóricas y prácticas posibles de bandera.

 Empecé entrenando los 3 kilómetros, eso sí la mitad caminando y la otra trotando a paso de tortuga coja.

 Continué descubriendo, con el apoyo de gente experimentada, que se requerían de 18 semanas de entrenamiento para poder prepararse para correr este tipo de evento, sin quedarse moribundo en el asfalto.

 Con mucho entrenamiento y <<perseverancia>>, a los meses corrí mis primeros 10 kilómetros. Luego llegó mi primera carrera de 13 Kilómetros, para más adelante poder correr mi primera  media maratón, que ya generaba otras sensaciones de dificultad.

 Ya en el año 2014 estaba preparado para correr el maratón, pero a una semana de la partida se vio suspendido por dificultades de orden público en la ciudad, lo que generó que la <<deuda a pagar>> siguiera en su mismo estatus.

 Pero en el 2015, 33 años después como todo lo que es del cura va pa´ la iglesia, y luego de volver a entrenar otras 18 semanas, pues se me apareció la hora de la verdad.

 —¡Y llegó el día esperado! El gran madrugonazo, con doce kilos menos, a las tres de la mañana, y nervios al por mayor.

 Equipamiento cual cardenal de la curia, ordenando desde la noche anterior, orgulloso dorsal 909, tostadas con mantequilla, café para incentivar, hidratación, geles energéticos, sudaderas, reloj satelital, zapatillas supinadoras “Saucony”.

 Todo listo para  pagar la deuda. Para rematar, con la mejor posible compañía de mayor motivación, de la mano de mi hija como compañera de ruta, para darme más energía que diez baldes de gatorade del súper tazón.

 Los corrales nos ordenaban como a caballos pura sangre y nos hacían parecer rebaños multicolores, multirraciales, multiedades, multiatléticos. Cada quien concentrado cantando el:

 —“Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”… ¡Los pelitos del antebrazo se erizaron!

 — ¡Listo! Partida…

La primera etapa de euforia nos envolvió de emociones hasta el kilometro cinco cuando empezó la etapa conversacional. A todos tus nuevos amigos del alma le contabas tus emociones y tu vida hasta los límites del kilometro quince.

  Desde el dieciséis con la etapa transición la cosa empezaba a tornarse seria. <<El monstruo te empezaba a mostrar los dientes>>, para luego en el  veinticinco al entrar en la etapa  latente veías la dentadura completa de la fiera celosa de su cría atacada.

 —Y llegaste a donde te habías preparado. A la hora de la verdad…

 Algunos la llaman —sufrimiento, otros la denominan “the wall”. Llámenla como la llamen, pues te llegó la hora chiquitica, la hora del valiente, del que le — “tiene que echarle un cerro”. Es el momento donde tu yo y tu mente, se enfrentan, rivalizan, se convierten en gladiadores del Coliseo, en luchadores del octágono de UFC, en grandes boxeadores en el “ring”, — que se muerden hasta las orejas como Mike Tyson a Evander Holyfield en 1997.

  En ese mismo momento tu mente preparada, —pues detiene todo mal pensamiento, somete a sus diablos, y sigue paso a paso, metro a metro, gota a gota, a 44 grados de sensación térmica hasta la meta.

La gran lección aprendida de las nombradas etapas:

—Para llegar al 32, cuerpo; para seguir al 40, mente; hasta el 42,195, puro corazón

 Con mis últimas lentas brazadas, con mi cadencia golpeada, deshidratado y extenuado, crucé el arco de la Meta. — Con mi medalla en mi pecho, lloré y por supuesto esperé a mi sudorosa hija bella, con la cual 20 minutos más tarde, dándonos un abrazo fraternal y deportivo, juntos fuimos a depositar en el cajero mayor el importe de la <<deuda pagada>> —más los intereses de mora acumulados. — Eso sí, en morocotas de oro


Escrito por:
Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela.
Patricia Alamo Rodriguez. Claremorris - Irlanda
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14 de agosto de 2019