KARATE EN FAMILIA
“Daniel San” recibió definitivamente muchas bellas lecciones de su maestro Miyagi en su vida, al practicar un deporte tan exigente como el Karate:
— “La lección no solo para Karate.
Lección para toda la vida, toda la vida debe llevar balance”
— “Veo que no hay mal estudiante, solo mal maestro. Lo dice maestro, estudiante hace”
— “Mejor aprende balance, el
balance es clave. Si balance es bueno, el Karate es bueno. Todo bueno. Si
balance malo, mejor empacar cosas e ir a casa, ¿entiendes?”
Se conocen muchas artes marciales, que la civilización occidental ha heredado de la sabiduría oriental y que le ha permitido a muchos seres humanos ser mejores personas y complementar su conocimiento y equilibrio para lograr una vida plena. —Las “Artes Marciales” generan muchos importantes beneficios como: desarrollar y fortalecer una vida disciplinada, aumenta la autoestima, colabora a vivir de manera pacífica, enseña una herramienta de autodefensa, genera un aumento de la capacidad cardiovascular, desarrolla la musculatura, y favorece tanto el cuerpo como la mente. Son técnicas (milenarias en algunos casos) y métodos creados para la defensa y la lucha en combate, y podemos encontrar diversas disciplinas como: el Karate-do, Judo, Kung-fu, Jiu-jitsu, Capoeira, Muay-Thai, Kick Boxing, Krav Maga, Kendo, Aikido, Taekwondo, Taichí; incluyendo: el Boxeo, Esgrima, Lucha Greco-Romana y la Lucha Canaria que también son considerados artes marciales.
Este relator muy de niño, con tan solo 6 años de edad conoció su primer “Dojo” al practicar el arte del Judo, aprendió algunas palabras básicas como: Dan (nivel alcanzado por los maestros), Shijan (Maestro de 8vo Dan), Sensei (maestro), Sempai (alumno de mayor graduación), Seito (alumno), Yokasei (principiante), Dojo (lugar de prácticas o gimnasio), Tatami (área de combate) Kiai (grito de energía unificada), Karategui o Kimono (vestimenta del karateca o uniforme), Obi (cinturón), Oss (hola-adiós), Kumité (combate) y Kata (movimientos sincronizados).
Un día este infante, mientras asistía a una fiesta de boda donde acompañaba a sus padres, un niño mayor intentó hacerle una forma de abuso infantil o “Bulling”, que no pudo con sus infantil elocuencia dominar, no obstante de forma casi automatizada le aplicó una llave de Judo denominada “Seodi Nage”, que llevó al abusador al suelo, quedando tan sorprendido que en el acto se acabó el asedio. El Judo es un deporte de defensa y combate, el cual suele ser usado como medio de defensa personal, y dentro de sus técnicas se encuentran diversos tipos de inmovilizaciones y palancas, que permiten al Judoca desequilibrar, llevándolo al piso y hasta someter a su rival.
Ya de adulto joven, en mis 20´s, mientras hacía mis estudios universitarios, por algo más de un año también practiqué la modalidad del “Taekwondo”, que es un arte marcial coreano moderno que destaca por su variedad y espectacularidad de técnicas de patadas, y que actualmente es un deporte Olímpico desde que fuera presentado en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 como deporte de exhibición y reconocido en las Olimpiadas de Sidney 2000.
Pero no fue sino hasta 1998, a mis 40´s en plena edad adulta, que el “Sensei” amigo llamado Alí Flores, me invitó a participar en una forma de “Karate-do”, denominado “Shuri Ryu”, donde tuvimos como familia la oportunidad de practicar durante dos años este bello deporte, pero esta vez acompañado de mi esposa y mis jóvenes dos hijas y mi hijo menor.
“Karate-do” significa “Camino con las manos vacías”, (Kara: vacio, Te: mano y Do: camino) y el “Shuri Ryu” que tiene como significado: “Shu”- estudio filosófico de la tradición y el pasado; “Ri”- trascender, superarse, ser excelente, ir más allá del conocimiento humano y “Ryu”- Estudio del estilo y forma, lo que podemos significar como : “Una forma de trascender, superarse, ser excelente, ir más allá del conocimiento humano, por medio del estudio filosófico de la tradición y del pasado”. El “Shuri Ryu” es originario de la Isla de Okinawa en Japón y fue introducido en América en el año 1945, por el maestro Robert Trias, luego de la segunda guerra mundial y es la combinación de dos estilos denominados: “Shuri-Te” y el “Hsin-Yi”. —El estilo se reconoce principalmente por: el giro brusco de la cadera, la forma del puño y las llamadas posiciones bajas. Se usan mas técnicas de mano (Te-Wasa), que las técnicas de pie (Ashi-Wasa), esto debido a que en Okinawa al ser una isla de alto nivel freático, el agua le llegaba a los habitantes en algunos lugares hasta las rodillas y por lo tanto había que defenderse con las manos, ya que las piernas al estar sumergidas en muchos casos no eran hábiles. — El emblema de “Shuri Ryu” es un Pino de 5 hojas por lado y tres raíces acompañado de un punto rojo y significa lo siguiente: el pino- los arboles de Okinawa, el fondo verde-el bosque de Okinawa, Las 3 raíces- que irradian a el cuerpo, la mente y el espíritu, las 5 hojas-que representan a los cinco animales orientales como lo son el dragón, tigre, leopardo, serpiente y la garza que se usan en muchos katas; y el punto rojo que significa el Sol del Japón. También se recibieron valores fundamentales que son mostrados en El Credo o “Dojo-Kun”, que nos llevó a reforzar el correcto comportamiento, la lealtad al arte y a la escuela que nos enseña, la honestidad e integridad para desarrollar cooperación y el debido control del conocimiento del Karate para usarlo solo en honestas competencias, en defensa de nuestra vida, la familia y la nación.
Todas las noches a las 8 en punto, de lunes a viernes, nos dirigíamos caminando en familia al “Dojo Soto-Ni” (La Boyera, Caracas-Venezuela), al “aire libre”, cuyo piso original estaba conformado de tierra, lo que generaba una interacción con el universo, con estrellas en nuestro firmamento, a aprender nuestras lecciones que (luego del respectivo calentamiento), muy sabiamente nuestro maestro nos inculcaba, logrando aprender grandes y hermosas lecciones físicas e intelectuales como: la de no ser vanidosos, ayudar a los alumnos menos avanzados, saber representar el color de nuestra cinta y ser leal a nuestro “Sensei”, y al arte marcial que nos trasmitía. —Nos enseñó a conocer la lógica de movimientos sincronizados o “Kata”, por cada una de las categorías de cinturones (“Kyu”) a las que llegamos mientras practicamos el arte, que luego de dos años logramos llegar en familia y a la vez, a cinta azul (6 Kyu). Los diversos “Kata” entre otras virtudes te enseñan: sincronización, certeza, precisión, economía de movimientos, elegancia en la ejecución, fluidez, equilibrio, personalidad, concentración visual, foco de técnica, elementos meditacionales, respiración, exacto término del movimiento y el “Kiai” (bote de energía por medio del grito). — Por supuesto no podía faltar la práctica del combate o “Kumite”, que nos preparaba para la defensa y el ataque oportuno en diversas técnicas de Puños (“Suki”) generando así golpes rectos, en forma de “upper”, de afuera hacia adentro en forma de “gancho”, con el dorso del puño, canto de la mano, nudillos medios y muchos más; así como Patadas (“Geri”) de forma frontal (“Mae Geri”) , semicircular (“Maguashi Geri”), lateral (“Yoko Geri”), barrido (“Ashi Baray”) y otras más.
Y por supuesto, como todo en la vida, pues ¡llegó la hora de la verdad!; el momento de los Torneos y las Medallas, que luego de participar en al menos cinco competencias, con otras escuelas de “Karate-Do”, logramos más de 20 medallas entre oro, plata y bronce; repartidas entre papá, mamá, dos hijas y un hijo, luego de disfrutar enfrentamientos en “Kumite” y placer sincronizado de cada “Kata” coreografiado. Luego de ello un proyecto migratorio de vida, nos hizo tener que renunciar a tan bella experiencia, no obstante, nos dejó marcados como seres humanos, unidos como familia y con un alto grado de valores de vida…
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Escrito por: Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela | Categoría: Relato
Revisión: Katibel Patiño. Puerto Ordaz - Venezuela
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25 de octubre 2020
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