martes, 18 de agosto de 2020

 

“2 NIETOS EN 56 DIAS”

  Toda mi vida me la he pasado haciendo cálculos; este humilde novato literario, ingeniero de profesión no puede vivir sin sus números. ¿Quién se iría a imaginar que, gracias a la diáspora, a finales del 2019 y en tan solo 56 días me nacerían mis 2 más recientes nietos? ¡en 2 países diferentes de Europa!, además que mágicamente tendría la oportunidad de recibirlos con infinita alegría, cargarlos en mis brazos, pedir a Dios su bendición y darles sus orgullosas bienvenidas a sus existencias...

      << ¡Debes estar feliz amigo mío! — me manifestó mi inefable éxtasis—, se ve que estás levantado en vilo hacia un estado de felicidad perenne>>.

  El alba amante de la aurora, de esta historia de consecuencias de un amor verdadero, comenzó por allá en mayo de 1983, en las costas infinitas del oriente venezolano, cuando de sorpresa y con un caminar taconeado (que escuchaba a los lejos), se vislumbró por una esquina en un conjunto residencial playero, el momento de serendipia que me trajo a la mujer que luego sería el amor de mi vida. Una musa de 23 añitos de enamoradores ojitos verdes; linda, bella, preciosa y primorosa, heredera de las princesas de la Isla de Madeira, con <<más curvas y acústica que una guitarra española>>. Me entró por los ojos hasta mi alma melancólica y en acto seguido se estableció una amistad que no le quedó otro remedio que efervescer con imperturbabilidad. —Pero como todo en la vida, y como <<lo bueno se hace esperar>>, resulta que la consentida, por razones del destino me hizo añejar durante 3 largos meses como <<ron en barrica de roble>> para terminar con su pesado pasado, hasta que en el mes de agosto la musa, gracias a una improvisada y bendita <<tarjeta de presentación>> entregada y escrita a mano por el susodicho, que caricaturó una flor en ella, le hizo recordar, reflexionar, llamarlo por teléfono, y para su alegría retomar la  amistad. Pues entonces, en <<menos que canta un gallo>>, la amistad se declaró en medio de un inicio de cuarto menguante, el viernes 26 de agosto y pasó a alumbrar e ilusionar un bello y sincero noviazgo que no llegó a cumplir su primer año, pues con escasos 7 meses de pretendientes, el viernes 13 de abril de 1984 contrajimos nupcias gracias al colega Sacerdote Hernandez, quien en nombre de Dios Padre bendijo nuestra mutua declaración de amor:  <<Prometo serte fiel y respetarte, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe>>…

   <<Y como este escritor nació apurado; de ahí en adelante todo fue expedito…>>, en un abrir y cerrar de ojos, pues nacieron dos lindas niñas y el galancito en poco menos de 4 años, —Así que pues, de manera bonita, entre los ochenta y los noventa crecieron los felices chicos: mamaron teta, lloraron, gatearon, les salieron dientes, caminaron, jugaron, jodieron, estudiaron, fiestearon, enamoraron, vacilaron, viajaron, asombraron y cada uno de ellos pues emprendió su vida de adulto lleno de valores de los buenos (de los que te  hacen la vida bonita); y necesariamente “gracias a alguna reprimenda que hubo por ahí”,  ganaron excelentes conductas que heredaron de sus padres, abuelos, tíos, primos, maestros, y pare usted de contar. —Ya en siglo XXI entraron a las universidades y cada uno de ellos obtuvo su título universitario (Farmacia, Administración de Empresas e Ingeniería Electrónica, orgullo de sus padres) y luego de enternecer, enamorar y conquistar a sus futuras parejas emprendieron sus bellas vidas conyugales.

    Ya por septiembre del 2011, fruto de nuestra segunda hija y su querido esposo, llegó el primer nieto Santiago Iván (alias “Santi”), quien nos rebozó de alegría la casa. Chico alegre, conversador, preguntón, juguetón, inteligente que nos llena de amor, cariños, sorpresas y hasta sabiduría. Le gusta controlar la situación, es persistente, aprende de todo y decide rápido, no olvida nada, mete goles, es apasionado y convencedor; cuenta chistes y usa el humor, a veces obstinado, no se rinde y no se deja engañar. —Correlón (“atleta de 100 mts. planos a sus 2 añitos”), le encantaba jugar carritos, montar el Explorador Fisher Price de 1974, y la motico minitrail Honda de 1969 que les restauró su abuelo; recibir el viento en su carita, volar papagayo, jugar dominó, disfrutar de sus primeras experiencias deportivas, incluyendo el excursionismo y querer mucho a sus padres, abuelos, tías, primos y compañeros del colegio.

   Tres años después, en abril del 2014, llegó su hermanito Gabriel Iván (alias “Pizziozo”), chico feliz y risueño que no se dejó amilanar por la fuerte personalidad de su hermano mayor. Que mostró prontamente sus rasgos valientes desde que tuvo razón. Es alegre, amoroso, le gustan los cariñitos, es puro corazón, no guarda rencor, es risueño, le encantan los cuentos. —A veces se transforma con estados emocionales y gestuales con dramatismo; asimila bien los números, le gusta enseñar. A pase de su abuelo, metió el primer gol de su vida y además en 2019 recorrió los 3,5 Km en la Carrera de Alaquas en Valencia-España, con su abuela y la motivaba a ir más rápido. Su dulzura nos llena aun más de amor perenne y nos brinda felicidad infinita a todos los que le rodeábamos.

   Empezando el alba del 2016 nació el gran nieto Aarón Alejandro (alias “Chichi”), fruto del hijo varón y su querida esposa, continuidad del apellido paterno, querido y protegido por sus dos primos mayores. Nos da alegría, paciencia, entendimiento, perseverancia, protección, sabe siempre como expresar lo que quiere, le gustan los cantos infantiles, se te acerca cuando lo desea; además que ¡es único en un millón! —En el 2017 fue inspiración del Maratón corrido en Caracas por su abuelo y hasta en el kilometro 36 le entregó un beso más dulce y energético que <<panela de azúcar de papelón>>. En tiempos de pandemia su abuela materna en un momento de epifanía le dedicó esta bella prosa que nos llena de emoción y orgullo:

      <<No sé si hay vida después de esta vida, no sé si hay vida en Marte, en fin no sé si existen otras vidas en otro lugar fuera de la tierra, lo que si estoy segura es que hay un mundito ideal, donde no hay seres malos por eso no existe la maldad, no existe el reloj por eso no importa el tiempo, no hay deberes ni obligaciones (eso es muy fastidioso), en ese mundito vive mi príncipe Aarón, es un mundo tan pequeño que solo cabe él y las pocas cosas y personas que le interesan  en realidad. Es su propio mundito ideal todo está perfectamente colocado, todo es bonito y todo le sonríe; él es dueño de todo lo que entra allí, pero, así como les deja entrar los saca en su momento, el es muy selectivo por eso hay muy pocas cosas dentro de su mundito, y la selección es más estricta cuando de seres vivos se trata y yo soy sumamente afortunada de tener un lugar en ese mundito ideal. Gracias a mi príncipe Aarón por permitirme ser un habitante de tu mundito. ¡¡¡Te amo!!! >>

   Luego del nacimiento en Caracas-Venezuela de los primeros tres nietos, en el año 2017, en menos de 45 días una gran decisión nos “pilló de sorpresa” y nos fue entregado por los 3 hijos el correspondiente proceso de vida del <<nido vacío>>. ¡Incluyendo despedidas, llantos, dolor de corazón, sin derecho a “pataleo”, certificado de garantía ni devolución! Dos de los hijos viajaron al Reino de España y la hija mayor a la República de Irlanda a emprender nuevos horizontes. Pues como a veces, tenemos la excepción de que; <<lo bueno no se hace esperar>>, y luego de pagar la novatada, entender la situación, sacar el papeleo, ubicar viviendas, conocer a unos “tíos”, conseguir sus trabajos, comerse las uñas, unas “tapas” y tomarse unas copas de vino; y en Irlanda visitar a Claremorris en el condado de Mayo, los Clifts de Moher y la montaña sagrada de peregrinaje de Croagh Patrick (y por supuesto encontrar los McDonald´s), a finales del 2019 “llegaron los dos nietos benjamines europeos con tan solo 56 días de diferencia”.

   Gaél Alejandro llegó al mundo en la ciudad de Cork al sur de Irlanda, un 4 de noviembre, un día después de mi cumpleaños pues quiso ser muy original; es el primer hijo de la hija mayor y su querido esposo que iluminó para enternecer a sus padres, mostrarles su herencia, alegrarles con sus ojos brillantes y grandotes lo bella que es la vida, aprender a no sentir el frío del viento y disfrutar lo mucho que le gusta compartir con sus progenitores. Es un bebé muy bueno, alegre, tranquilo, le gustan los besitos y jugar con sus papas; sabe marcar límites; aprende rápido y solito, tiene un gran sentido común; nació acompañado del Lago de la Mareas de Midleton, de los cisnes mágicos, de la magia de los duendes y los leprechauns, las hadas irlandesas; y de los vientos helados traídos del mar del norte donde el RMS Titanic navegó en 1912.

   Y ¡cómo no hay quinto malo!, Mathías Alejandro (el chico del Mediterráneo), nació en Valencia-España un 30 de diciembre; se adelantó y no quiso en el 2020, ¡pues sabía que no era un año ideal para nacer!; llegó en un hospital enorme y de largos corredores, donde durante la estadía compartí con su hermano Aarón Alejandro, pasillo tras pasillo, para distraerlo, no menos de muchos kilómetros de empuje de su “coche de ruedas grandes”, en la parsimonia y silencio de un día solitario de pre final de año. No vimos los petardos, ni los fuegos artificiales chinos virulentos llegados de Wuhan, pero disfrutamos a un bello chipilín lleno de vida, alegría, curiosidad, amante de las arepas, risueño, de mirada fija y enfocada y segundo en la continuidad del apellido del legado de su padre y su abuelo paterno.

        Ya de regreso en Caracas-Venezuela, varios meses después en el año 2020 en tiempos de pandemia, la abuelita materna de Gael y paterna de Mathías (hermanito de Aarón), la chica que luego de 36 años de casada, continua con la “guitarra española afinada en su cuerpo” (como si el tiempo no pasara por ella), en un momento de encanto les dedicó esta bella prosa que nos llena de “saudade”:

   ¡Feliz “cumplemes” Gael, ya son 9! Qué diferencia ver crecer a Gael y a Mathías a distancia, cuando mis primeros nietos aquí en Venezuela antes de su partida, semana tras semana los veía, los abrazaba y los sentía... Los esperaba en mi hogar al saber que venían tal cual fiesta preparaba sus juegos, sabía de sus gustos: que galletas escoger o golosinas. Mi casa parecía una guardería llena de juguetes, si no abuelita se las ingeniaba y hasta les daba el dominó del abuelo o los carritos a escala de su colección, libros de dibujos; un sin fin de cosas. Era algo increíble, mi corazón palpitaba porque los iba a abrazar y tenerles horas. El cambio luego llegó cuando se fueron a Europa y sirvió para cancelar una época e inaugurar otra ahora con los nuevos nietos... ¡a distancia!... y aunque los vi nacer gracias a Dios, ya nada es igual; cada día, cada semana espero sus fotos o videos de los que repito como  repiten los niños sus cómics; pendiente del almanaque para felicitarles cada mes; mi conciencia percibe los movimientos del espacio-tiempo, pero ya no se entristece, antes si, es transformable con el cambio, pues merecemos ser felices y siempre renacer, “soltar-soltar”, cerrar ciclos, oxigenarse y pensar: ¡ellos están bien!. “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”  Amo a todos mis nietos.

         << Si tener un hijo es una de las tres obligaciones inexorables que debemos cumplir en la vida — me dijo mi inconmensurable serenidad—; tener un nieto, es un tesoro bondadoso otorgado por Dios >>.

 

Escrito por: Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela | Categoría: VIVENCIA

Coautores: Abuelas Marina Rodriguez de Alamo  y  Mariví Gonzalez

Revisión: Katibel Patiño. Puerto Ordaz - Venezuela

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18 de agosto de 2020 

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