LAS
MEDALLAS DE LA VIDA
Desde
muy niños tenemos la necesidad de ser reconocidos y recibimos premios o
incentivos por nuestras buenas conductas, o en contraparte castigos o regaños
por no regirnos por las directrices de nuestros padres, maestros, tutores,
autoridades y otros seres humanos cercanos a nuestro crecimiento. —Nuestro
medallero abarcó besos, abrazos, palmadas, remuneraciones, medallas, diplomas,
anillos y hasta en algunos casos reconocimientos públicos y ni hablar por el
contrario de las reprimendas, regaños y otros actos persuasivos que nos enseñaron a elegir entre
los caminos del bien o el mal de la vida.
Toda
la vida deseada la hemos pasado “persiguiendo
a la zanahoria”, pues sin esta motivación, normalmente una persona no se
siente esperanzada, para así lograr una vida mentalmente estable y acomodada
que nos permita satisfacer nuestras necesidades y adquirir los juguetes que normalmente
nos otorga la existencia como premio a nuestro esfuerzo.
Existen
definitivamente necesidades fisiológicas (básicas) y mentales (subordinadas-superordinarias),
que nos permiten lograr una vida sana y
confortable en nuestro transcurrir por nuestra existencia. Las necesidades
humanas son finitas, pocas y clasificables y son las mismas en todas las
culturas y tiempos, pues lo que ha cambiado es la forma y los medios de poder
satisfacerlas.
El
Psicólogo norteamericano Abraham Maslow, en su libro “La Teoría de la Motivación Humana”, escrito en 1.943, plantea el
modelo de la “Psicología Humanista” y
generó el desarrollo teórico conocido como “La
Piramide de Maslow”, que se basa en un “modelo
prioritario de las jerarquías” de las necesidades humanas, en las que la
satisfacción de las necesidades básicas da lugar a la generación de necesidades
más altas o superordinarias, que coloca en este orden nuestras prioridades: Fisiológicas,
Seguridad, Afiliación, Reconocimiento y Autorrealización.
Las
necesidades Fisiológicas contemplan entre otras: el poder vivir, tener
una buena salud, alimentación frecuente, respirar, eliminar, dormir y manejar
nuestros cinco sentidos a cabalidad. Las de Seguridad: abarcan el tener
un techo donde vivir, una cama donde dormir, lograr controlar los asedios
climáticos y la ausencia de la inseguridad personal y laboral. —Las de Afiliación:
que arropan la inclusión en la sociedad y compartirse a sí mismo con otros
seres humanos, el encuentro con el amor reciproco, la pertenencia, la
camaradería y el logro de los buenas amistades. Las de Reconocimiento: que es nivel de la necesidad de la “estima”, que incluye el éxito y el
estatus, contempla tanto la percepción propia (autoestima) como también la
percepción que la sociedad transmite sobre nosotros (heteroestima) y las de Autorrealización
que son normalmente muy abstractas y complejas y tienen que ver con lo moral y
espiritual, siendo normalmente todas ellas individuales y subjetivas, y que
abarcan momentos de “Experiencias
cumbres”, como el amor, entendimiento, felicidad y conciencia de la justicia, armonía, verdad y la bondad.
Nuestra disertación sobre el tema titulado las “MEDALLAS DE LA VIDA” se fundamenta
en el “Reconocimiento” (cuarto nivel de las necesidades humanas según
la pirámide de Maslow), que en muchos casos estamos persiguiendo día a día, sea
de parte de nuestros padres, pareja, hijos, hermanos, familiares, amigos,
vecinos, comunidad, público, seguidores, empleadores, empleados, profesores,
alumnos, y cualquier otra persona o institución que estime valorarnos o
juzgarnos y pudiera afectar positiva o negativamente nuestra autoestima.
Hemos
oído en muchas oportunidades que — ¡Nunca
hay una segunda oportunidad de generar una primera buena impresión!; por
todos es conocido este refrán, que bien aplicado en nuestra vida cotidiana nos
genera la apertura de muchas puertas en temas como el amor, el trabajo, las
ventas y las relaciones públicas, generando éxitos de diferentes magnitudes,
cuya sumatoria nos define los logros conquistados en nuestra vida en el largo
plazo.
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Nuestras primeras medallas logradas fueron en la temprana infancia con
los besos y cariños de nuestros padres, familiares, la amistad de amiguitos; a
medida que se produjo nuestro crecimiento y con el desarrollo y pasar de
nuestra vida le agarramos el gusto y empezaron a llegar medallas de metal que
abarcaron y brillaron en nuestro cuello acompañadas de sus cintas de colores, y
billetes y monedas que sonaban en nuestros bolsillos. —Cuando aprendimos a
dominar a esta situación mediante el uso del “saber como” o “Khow How” , era
muy difícil el que las medallas dejaran de llegar, entre tantos actos
académicos, deportivos y profesionales.
En
contraparte, a veces la vida impide la llegada de las tan buscadas medallas, quizás
como consecuencia entre otras razones del poco: aprendizaje del conocimiento,
especialización, disciplina, concentración, esfuerzo, perseverancia,
elocuencia, enfoque, correcta planificación, metas claras, conocimiento de sí mismo, humildad y porque no ¡un toque de suerte!.
Ampliando el tema, podríamos revisar algunas preguntas
a discutir o a disertar sobre el
satisfacer la necesidad de Reconocimiento como:
¿Cuántas
medallas necesitamos para lograr la autorrealización?
¿Debemos
llenar nuestras paredes de medallas y diplomas para poder parar?
¿Será
que mientras más es mejor?
¿Será
cantidad antes que calidad?
¿No se convierte en un vicio o una mala práctica
tratar de ser reconocidos frecuentemente?
¿No debería
bastar con ser nosotros mismos los que nos tenemos que autoreconocer?
Cada una de esas preguntas tienen distintas
respuestas basadas en la lógica mental
de cada persona y en la prioridad que cada vida le otorga a la necesidad del
Reconocimiento. Son muchas las posibles preguntas que nos podemos hacer, pero probablemente
podríamos llegar a la misma conclusión: ¡y es que hay saber parar y seguir
haciendo lo que estemos haciendo, sin esperar siempre una recompensa o
reconocimiento forzado!
¡Existe
una medalla muy difícil llamada dinero! Que a veces perseguimos sin sentido ni
magnitud. En algunos momentos nos confundimos de tal manera, hasta llegar “al
acumular por acumular”, en algunos casos sin ningún tipo de control, con
excesivos gastos superfluos como le ha pasado
“factura” a muchas personas en la historia, que no han derivado en
buenas obras y hasta han llegado la “banca rota” por no saber manejar una
abundancia descontrolada.
Las
medallas deportivas también son muy complejas de medir. ¿Es que el premio está
en la medalla del día del Evento o en el entrenamiento diario generador de
endorfinas y suplidor de una buena salud?
Creemos
y confiamos plenamente en que el reconocimiento debe venir de nuestro intelecto
y de la seguridad de nuestras
convicciones. ¿Por qué permitir o tomar en consideración en nuestra madurez y
no descartar, que terceras personas te juzguen sobre lo que está bien o está
mal?, que a veces proviene de una
opinión formada de forma simplista o subjetiva y normalmente se es erróneamente
comparado con alguien más. El
reconocimiento es muy subjetivo y siempre depende de terceras personas que
juzgan muchas veces sin un conocimiento o entendimiento total de nuestros
actos. —Uno tiene que creer y ser feliz con lo que uno hace, sentirse
satisfecho y trazarse metas de perfeccionamiento, independientemente de si
alguien te va a “aplaudir” o no. El
reconocimiento también depende mucho del estándar o la medida del reconocedor.
El reconocimiento es ego completamente como necesidad de valoración y hasta
puede ocurrir que es en muchos casos se convierta en ¡baño de vanagloria!
Es un
tema complicado de tratar, pues muchas personas no han tenido suficientes éxitos
y reconocimientos, o inclusive que simplemente este tema no ha sido una prioridad
o meta para ellos, o la vida les ha tocado de diferente manera, pues empezaron desde
un “escalón” diferente, como la familia a donde llegó nuestro cuerpo y mente en
el universo, la educación recibida, los tutores encontrados, etc.
Considero
que no nos hace mejores personas ser reconocidos por ser reconocidos o peores
al no serlo. Una Rosa roja es reconocida como bella, no porque la flor nos lo
pida o nos fuerce a ello, sino simplemente porque esa es su naturaleza o
esencia.
Para
finalizar y como dijo un sabio: “El bien se hace, pero no se dice y algunas
medallas se cuelgan en el alma, no en el cuello”.
Escrito por: Juan Raul Alamo Lima. Caracas - Venezuela
| Categoría: Disertación
Asesora: Patricia Alamo Rodriguez - Irlanda
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Juan Raul Alamo
02 de junio de 2020
Excelente...
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